sábado, 14 de julio de 2012

¿Quién quiere ser millonario?

La Televisión ofrece entretención a raudales y cultura de forma docificada, aunque no es de impactarse que muchos crean que un programa de concurso sea catalogado como "cultural". 
Puede que cada familia se reuna en torno a la mesa y prende la "caja tonta" con la escusa recibir el fuego de Prometeo, sin percatarse que aceptan ser invadidos por imagenes en movimientos que buscan implantar necesidades o tocar la fibra sensible del televidente en favor del rating (ej: mostrar el lado humano o la sacrificada vida de personajes faranduleros). Aunque vemos las falencias de nuestra vida, la falta de entreteneción y socialización sin necesidad de un intermerdiario (la televisión) que oficie de florero para llamar la atención.
¿Quién quiere ser millonario?, es un programa de concurso que busca a través de un simple juego de preguntas y respuestas regalar un suculento premio monetario. En cada temporada los presentadores han buscado asociar el dichoso show con el conocimiento, pero el costo de que toda persona asocie la idea de conocimiento con la idea de "pregunta y respuesta".
Tristemente la realidad no es esa, el saber no es repetir como loros fechas, nombres o acontecimientos para lograr un premio y de esa forma reafirmar la tracalada de conocimiento "inutil" que se aprende en escuelas, liceos o universidad. Lo ideal es que la gente pueda interpretar, comprender y aprender todo ese cumulo de ideas y no encerrarse un simple juego de "pregunta y respuesta", pues es raro ver que todos los concursantes juegan al achunte sin comprender lo que hacen.
Podemos sumar el hecho de que no existe gran explicación al momento de responder las preguntas y pierde sentido la transmisión de datos, pues si juran ser un programa de conocimientos deberían complementar con algún dato para entender como se llego a la respuesta correcta y no quedar con la visión mecánica.
Además del concurso, se muestra la subtrama de los participantes y sus razones sobre por qué están participando. Ya sea por necesidades tan extravagantes como construir un motel o cafe con pierna (lo cual siempre va asociado con un tipo especifico de concursante de rasgo popular); o necesidades tan básicas como la educación, la casa propia, pagar deudas, etc. Todo estos dramas o necesidades se demuestran extremadamente pauteados, con poca creibilidad y en el peor de los casos buscan banalizar problematicas del acontecer nacional en base a que el programa juega a ser el gran benefactor que ayuda a la población (quitandole responsabilidad al sistema).
Puede que "quién quiere ser millonario" sea un programa de entretención pero con poca imaginación y mucha doble lectura, pues nos restriega en la cara nuestra miseria como sociedad. Aunque la gente gane millones concursando y los canales defiendan este tipo de formano como "cultural", no podemos negar lo estupido que podemos ser al creer que todo esto es BUENO y necesario para que la gente aprenda más... aunque termine asociando el conocimiento con ser una maquitina que responde sin poder racionalizar la información y en el mejor de los caso solamente piense que con "achuntar" lograra dinerito constante y sonante (me recuerda a la campanita de pavlov).

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